En días así vienes a mi cabeza. Hacía tiempo que no viajaba al pasado, a esos días en los que hablábamos y me comías el tarro sólo para cuando fuera allí, quedar y follar.
Ya no tenemos ningún contacto, y me jode. Reconocí hace unos meses mi parte de culpa, tú creo que también. Pero eres tan orgulloso y rencoroso que eres incapaz de abrir la maldita boca. Me pregunto si a veces te acuerdas de mí, si algún día volveremos a intercambiar algunas palabras. Porque sabes que te aprecio cantidad, admiro cómo escribes, porque me excita no sabes cuánto.
Te he escrito un par de veces, y, para no variar, sin respuesta. Es lo que más odio, lo sabes. Por ello, supongo, que lo haces.
En esos tiempos que empezamos a "conocernos" estaba fatal. Sé que te aprovechaste al enseñarte todas mis cartas para beneficio tuyo. Lo que acabé sintiendo por ti no era, como pensabas, equivocado ni confundido. Tenías razón en que yo no estaba bien conmigo, pero tú tampoco aunque ya me llevabas ventaja en ese camino que, en el fondo, compartíamos. Pero sí estaba dispuesta a quererte, más de lo que crees, más de lo que me dejabas. No supe conformarme con lo que me dabas, como una droga quería más de ti, y tú no podías dármelo. Ahora eso lo entiendo. Y me jode no haber tenido suficiente y haberme quedado sin nada.
Pero el tiempo pasa, no era el momento. Quizá nunca lo sea, porque tus promesas sólo eran palabras disfrazadas disparando en mi corazón y mente. Pero aprendí cantidad de cosas de ti. No sé tú.
Te odié, a la vez que te deseaba tanto porque no supe jugar a tu juego. Y cómo es la vida, ahora que me encantaría jugar, ya se acabó la partida. Ni tablas ni nada, jaque mate. Sólo queda polvo en el tablero.
Así es. Quedan los recuerdos con los que a veces voy y vengo, el olor a hierba, a sexo.
Te deseo lo mejor, maldito.
"Verba volant, scripta manent"
No hay comentarios:
Publicar un comentario