No eres nadie. No te pertenezco, y tengo que asumir que tampoco eres mío. Sólo quedan mis recuerdos, junto con los tuyos. Y seguro que estamos de acuerdo en que conservamos más de los buenos, y que los tres años no se pueden reducir a tres meses nefastos.
Quizá podría haberse acabado la relación mucho antes, porque quizá mi parte de la cuerda que llevabas estaba ya rasgada. Al final todo se sabe, se saben las cosas que no has visto ni vivido, o las que sí...porque ya estás fuera de la burbuja.
Ahora todo es agridulce.
Intento no pensar en lo malo, pero ¡joder! me viene solo, y yo antes no era así. Supongo que es lo que a veces tiene el coco: nuestro mejor y peor enemigo. Pero aun así no puedo negar otras cosas, como que te quiero tanto a pesar de todo...
A veces me pregunto si no estaré idealizando una cara que para nada se corresponde con la realidad, del tipo de tener una idea equivocada de ti. O ¿Soy yo la que ha visto más allá de ti, más incluso de lo que tú te puedes llegar a imaginar? No lo sé. Pero, lo que decía, tres años...
Y ahora te has enterado de que yo tampoco soy perfecta, de que a pesar de no pertenecerte también puedo rehacer mi vida con quien quiera (sea quien sea), que sigo siendo inocente en muchas cosas, y que me equivoco; que tengo miedos que nunca había tenido, que soy el impulso personificado y pienso poco con la cabeza. Sí, así es. Aunque cada día intento hacer lo mejor, pensar con ella o con los pies, pero en el fondo no se complementan...
Y soy una reptiliana que se guía según su gusto y olfato. Soy como las putas perras. Y aunque me ponga maquillaje y me vea bien en el espejo, puedo ver que sigo siendo una puta perra herida de ésas. Herida por malquerida.
Y tú, cuando te miras al espejo, ¿Qué ves? ¿Qué opinas?
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